¿Cómo entender que algo es nuestro si cuando lo compramos solo dimensionamos el material y no todo lo que carga encima?
¿Pensamos en todo lo que hay atrás de una coca cola o solo pensamos que es nuestra? ¿Podemos dimensionar todo lo que hay detrás de cada producto o propiedad que adquirimos?
Hoy puedo estar escribiendo este texto en una computadora, de marca promedio, que seguramente tuvo ingenieros detrás de su confección, que a su vez, fueron inspirados, asesorados o instruidos por gente que ya le dedicó tiempo a la tecnología y a la confección de este tipo de máquinas.
La máquina de escribir fue inventada por el italiano Giuseppe Ravizza, que a su vez se inspiró en el modelo del prototipo de Pietro Conti di Cilavegna, llamado Cembalo, y hoy estoy escribiendo en un teclado que tiene la misma disposición que las máquinas.
Es muy probable que Bill Gates o Steve Jobs no paguen una comisión a nadie por el uso de este tipo de teclados; es muy probable que el inventor de la máquina de escribir tampoco pagó comisiones a quién invento las letras, que tampoco pagó comisiones a quien inventó el lenguaje, que tampoco pagó comisiones al ser humano por necesitar manifestarse o entenderse.
Cómo no sentirnos herederos de la necesidad de comunicarnos que devino en esta computadora que tuve que pagar? Cómo no ser en nuestra condición humana, parte de esa necesidad de comunicarnos.
Podemos levantar la mirada y observar a nuestro alrededor un montón de inventos que cargan con el bagaje y búsquedas de personas que no tenemos idea, solo lo que vemos son marcas.
Pensemos en la producción de las cosas y el capital acumulado. ¿Por qué es más el dueño del producto quien heredó la marca y no quién lo produce? Sabemos que el abuelo del abuelo del hoy dueño, pudo generar su riqueza con el trabajo de otrxs compañerxs que tampoco recibieron una respuesta justa a la realización de su trabajo.
¿Cuánto trabajo acumulado tiene nuestra sangre? Me destruye pensar la cantidad de capital que generaron mis bisabuelos, mis abuelos y mis padres, ¿para quién? Para mi no, yo tengo que seguir trabajando para los hijos de los nietos, de los bisnietos.
La propiedad genera más propiedad, el capital genera más capital. Si hay plata para invertir, seguramente podamos generar más plata. A nosotros nos queda solo invertir trabajo? Para qué? Para obtener más trabajo? Para generar más capital ajeno?Pensar en un realidad más equitativa, puede verse como un camino hacia atrás, de consensos y acuerdos, donde podamos recuperar el capital generado por todos nuestros antepasados, familiares o no, compañerxs de clase, trabajadorxs.
Todo lo generado es nuestro, por más que hoy todo tenga otros propietarios. Esa máquina que operamos, ese taxi que laburamos de peón, son nuestros.
Pensar que podemos crear, generar y habitar espacios que no profundicen esta manera de consumir y producir es posible. Desde la creación de cooperativas o nodos de consumo, podemos ser parte de una manera distinta de llevar las cosas.
Lo único que podemos producir, gestar y crear para beneficio solo nuestro, es la organización. Para que los patrones que nos dominaron económicamente siempre, dejen de repetirse, hay que aprovechar lo único nuestro y que no es del patrón que tenemos, que es la asamblea.
Siempre es momento de volver a las asambleas, no importa cuando se lea esto.
“Cada máquina tiene la misma historia: una larga serie de noches en blanco y de miseria; de desilusiones y de alegrías, de mejoras parciales halladas por varias generaciones de obreros desconocidos que han añadido a la invención primitiva esas pequeñeces sin las cuales permanecería estéril la idea más fecunda. Aun más: cada nueva invención es una síntesis resultante de mil inventos anteriores en el inmenso campo de la mecánica y de la industria. Todo se entrelaza: ciencia e industria, saber y aplicación. Los descubrimientos y las realizaciones prácticas que conducen a nuevas invenciones, el trabajo intelectual y el trabajo manual, la idea y los brazos. Cada descubrimiento, cada progreso, cada aumento de la riqueza de la humanidad, tiene su origen en la conjunción del trabajo manual e intelectual del pasado y del presente. Entonces, ¿con qué derecho alguien se apropia de la menor parcela de ese inmenso todo y dice: “Esto es sólo mío y no de todos”?” Piotr Kropotkin – La conquista del pan – 1892