Desde hace décadas los trabajadores de este país hemos sufrido despidos, reducción de derechos laborales, chantajes, baja en los salarios, y precarización del trabajo y de la vida.
Primero nos lo pidieron el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, aquellos a los que Draghi considera sus mayores aliados: políticas lacrimógenas para pisotear el Estatuto de los Trabajadores, destruir nuestra sanidad pública y gratuita, nuestras escuelas públicas, nuestras pensiones. Luego, las clases dirigentes de este país utilizaron la pandemia para empobrecer y aislarnos aún más. Ahora, con su guerra sucia, real y mediática, quieren hacernos fanáticos de uno u otro bando, para dividirnos aún más por un conflicto que nada tiene que ver con nuestros verdaderos intereses y necesidades.
Una guerra que debe condenarse porque los dos bandos representan intereses alejados de los de la clase trabajadora. La invasión rusa de Ucrania amenaza con el inicio de un conflicto en Europa, cuyos orígenes se vinculan con objetivos expansionistas de los países EEUU-OTAN/Rusia, porque los grandes capitales del mundo se disputan un nuevo reparto de la riqueza que no irá a parar a nuestros bolsillos sino que nos traerá muerte y pobreza.
Las operaciones militares están causando muerte, destrucción y millones de personas desplazadas. La economía de guerra tiene un impacto directo en nuestra vida cotidiana: la inflación ya está en 7.6%, los costos de los servicios básicos y alimentos se han disparado, no hay una verdadera recuperación post-pandemia, sino un continuo deterioro de nuestras condiciones de vida y de trabajo. Hoy el gobierno de Draghi y la unidad nacional hacen que los trabajadores y jubilados paguemos el 80% de los impuestos, mientras que en los últimos 30 años nuestros salarios y pensiones han perdido el 30% de su poder adquisitivo. Y mientras nos empobrecemos, aumentan los gastos militares con nuestro dinero.
Sólo los trabajadores podemos parar la guerra imperialista, sólo los trabajadores tenemos la fuerza para parar la producción de muerte, para decir basta al gasto militar e invertir esos recursos en los motores fundamentales de nuestro bienestar:
- Vivienda, salud, transporte, escuela pública y de calidad.
- Para restaurar y salvaguardar el poder adquisitivo de los salarios y las pensiones, exigimos la introducción de nuevos instrumentos para contrarrestar el aumento del coste de la vida.
- Una reforma de las redes de seguridad social para garantizar la continuidad de los ingresos de los desempleados y una renta de ciudadanía incondicional.
- Empleos de calidad para todos mediante la reducción de la jornada laboral manteniendo el mismo salario.
- Decimos basta al trabajo part-time impuesto y a la flexibilidad masacrante; exigimos la eliminación del trabajo precario y de la subcontratación y el restablecimiento del artículo 18.
Sólo los trabajadores podemos y debemos proteger nuestros intereses y nuestros derechos porque somos quienes producimos la riqueza de la que ellos se apropian y sobre la cual ellos deciden. Que sea un Primero de Mayo que lleve a todos los trabajadores y al sindicalismo de base a una lucha general para detener su guerra, la economía de guerra y el gobierno de guerra.