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CRÓNICAS FABRILES: “COSAS DEL SINDICATO”

Para quienes aún están en la cada vez más poco común relación de dependencia conocida como “fija” o de planta permanente, o sea bajo contrato por tiempo indeterminado, el camino se está poniendo angosto y escabroso, y es claro que cada vez son minoría. Laburantes con bastantes años de antigüedad, quienes dentro de los discursos o debates mediáticos hegemónicos, por ejemplo, en torno a la reforma laboral, frente al aberrante crecimiento de la precarización se les considera “privilegiados”. El presente artículo está escrito desde éste último lugar.

Como ya habremos leído u oído del sindicato que sea, el que nos esté “representando”, o “defendiendo”, la cuestión principal y única parece ser solamente el tener trabajo, agradecer por ello, arremangarse y laburar. No se hace mención de las condiciones cada vez más precarias de contratación y la miseria a la que estamos yendo, al menos en las medianas o altas esferas del sindicato. Pero el pueblo trabajador siente, ve, escucha, vive, y en el fondo reconoce y sufre las injusticias, porque de eso se trata, injusticias, y esto calienta poco a poco la olla a presión que tanto el sindicato como la empresa tratan de apagar.

En los diálogos que se dan entre esta gente “privilegiada”, ya sea en el comedor, en breves descansos, en juntadas fuera de horario o situaciones espontáneas, se nota fuertemente la preocupación por el contexto mencionado, pero por lo general se acaba con un “así nomás es”, “las cosas son así”, etcétera. Lo sorprendente (o no tanto), dentro de la variedad de opiniones, es el respeto a la organización verticalista tanto de la empresa como del sindicato. El respeto a las jerarquías. Ante la idea de “organizarse horizontalmente” se contrapone una pregunta sincera que plantea “¿no creés que desde una mejor posición de poder se puede hacer más justicia?”. Refiriéndose no solamente a ocupar espacios de poder dentro del sindicato, sino también dentro de la empresa como supervisión o más. Dicho interrogante se ubica desde el lugar donde se aprendió que las cosas son así y hay que respetarlas por alguna razón desconocida e incuestionable.

La organización verticalista de los sindicatos que, para muchas y muchos laburantes puede resultar “natural”, en la cotidianeidad del lugar de trabajo tarde o temprano muestra sus verdaderos frutos e intenciones. Situación que va abriendo los ojos  de la clase trabajadora que cada vez está más indignada y está aprendiendo a mirar, tal vez por la fuerza, un poco más allá del impuesto al sueldo y sus propios intereses personales. Debido a que como viene el futuro es claro que algo hay que hacer.

Hablando de la actual organización de los sindicatos tal vez sea oportuno en estas líneas recomendar la lectura de un libro que puede ayudar a comprender el advenimiento de su actual situación: “Los orígenes del modelo sindical argentino (1896-1945)” de Leonardo Elgorriaga, uno de los títulos de Ediciones FORA.

Ahora bien, ¿cuáles son las experiencias, lamentablemente comunes, que resultan de este tipo de organización? Bueno, ellas van desde la pérdida de importantes conquistas hasta los excesos y abuso de poder: casos de empresas que daban bonos o “tickets” por cumplimiento de las “5S”  (orden y limpieza), presentismo, llegada en horario, pérdida de las horas extras, pérdida del pago porcentual por las horas no trabajadas por pérdidas de producción dada la aplicación del llamado banco de horas, transporte, y tantas otras cosas. Todas herramientas que servían para mantenernos cumpliendo con la producción y con la cabeza gacha agradecidos servilmente pensando que eso es justo, pero ahora desde la patronal ya ni eso pretenden. Parece que sólo esperan que la gente fija se jubile, se muera o acepte un arreglo (renuncia gestionada) que propicie un reemplazo más barato para la empresa mediante contratos temporales o directamente tercerizando el puesto.

Entonces, ¿qué más hace falta para que estallemos? Tal vez la respuesta, mal que mal, sea un resultado proveniente, o mejor dicho, provocado en parte por el mismísimo sindicato en ciertas situaciones indignantes, amén de las forreadas patronales. Esas cosas que hacen que “sindicato” parezca una mala palabra. Como cuando se ve que la persona designada como delegada del sector, por ejemplo, no sólo no cumple su función sindical sino que además perjudica a sus compas que son quienes deben cargar con su parte del trabajo, y al momento de hacer el justo planteo, ésta persona responda literalmente “yo no estoy para trabajar”: evidentemente tampoco para defender ni representar. O en el caso contrario, cuando se tiene una representación fuera de serie que no sólo escucha sino que también activa en favor de sus compas, y que dicha persona dentro de la organización sindical verticalista sea descartada dentro de las filas dirigentes por considerarse “gobernada” por la gente.

Siguiendo con los ejemplos, hay algunos que propician hechos de esperanza, como el hartazgo que hace que las bases se organicen y propongan alternativas, aunque sea dentro de la misma lógica verticalista porque se piensa que es la única vía, y aún así son acciones concretas en base a acuerdos resultantes de charlas y asambleas informales donde se identifican vestigios de lo que alguna vez fue la organización libre, horizontal y con acción directa. Algo desconocido, aunque vos no lo creas. Pero ante esto es sabido que quienes ostentan el poder, quienes no son gobernados por las bases, tienen sus mañas y harán todo lo posible por mantener ese poder.

Otro hecho concreto, como ejemplo, cuando alguien se anima a presentar “otro candidato para delegado en el sector”, alguien que no es del palo del sindicato, se activa la alarma para el despliegue de un plan de contingencia para no largar la batuta: se hace presente la cúpula o máximas autoridades de la comisión interna (quienes dicen quién sigue laburando y quién no) para hacer el conteo de los papelitos donde se anotaron los nombres de las opciones, donde se sabe de antemano que debería ganar la opción popular. Pero la mano que entra en la cajita a sacar los papelitos no muestra qué dicen éstos, nombra más veces a la opción del lado del sindicato (puesta a dedo) y cada papelito va a parar al bolsillo del contador. Y ojo con pedir que se muestre qué dice ese papelito. Podrías quedarte sin trabajo.

O cuando tu delegado o delegada es quien administra las horas extras en función de, obviamente, sus propios intereses, sin repartir igualitariamente, sino solamente dándolas a sus compinches para aleccionar a quienes no le rinden pleitesía, o dándotelas de última cuando le interesa irse en ese fin de semana largo, “haciéndote el favor” para laburarlas vos. Y que no se te ocurra rechazar esas horas, tal vez no te vuelvan a tocar, y tampoco te ofendas porque no te da horas extras pero te exige jugar a la pelota para su equipo obligatoriamente, sin preguntarte si podés o no, o si querés.

Éstas son solamente algunas pequeñas muestras reales de una fábrica que se replican en muchas otras y que aportan a la idea de que los sindicatos son mala palabra, como una mafia o algo parecido. Un sitio de traiciones, trampas, falsedad, violencia, poder. Cuestiones que para laburantes añosos, “privilegiados”, son cosas normales, “cosas del sindicato”. Pero existen fuerzas que espontáneamente se están organizando y se atreven a desafiar al poder sindical para presentar batalla a la patronal y a la miseria a la que nos encaminan.

Compa, ya es tiempo de buscar la manera de organizarnos ante todas las injusticias que sabemos que podés ver: acercate y contá tu experiencia. Lo que pregonamos desde la FORA sobre la organización libre, horizontal y la acción directa es real y ante las injusticias ésto se hace carne de forma espontánea. No es ni una ilusión ni  ideas de otro siglo. Es nuestra pelea actual y nuestro futuro inmediato. Tal vez no haga falta esperar que la gota rebalse el vaso, o recibir uno de los tiros de los cuales alguno ya te habrá pegado cerca en tu laburo. Las cosas no tienen por qué ser así, ya es tiempo de juntarnos en asambleas sin verticalismo, sin dirigentes, entre iguales, solidaria y fraternalmente, defendiéndonos, resistiendo la opresión y rebelándonos ante toda injusticia sin intermediarios con una organización libre, horizontal de resistencia y lucha anticapitalista.

Sociedad de Resistencia Oficios Varios Zona Norte
Categoría: Gremiales
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