En los últimos meses (previo a las PASO) hubo un tema del que se habló mucho y que, a pesar de su trascendencia, no ha tenido mucha prensa, dado que la derrota electoral del gobierno cambió las prioridades, tanto del oficialismo como de la oposición.
Nos referimos a la reducción de la jornada laboral a 6 horas. Muchas cosas se dijeron desde todos los sectores gubernamentales, sindicales y patronales. Algunos pudieron llamar la atención y otros no tanto, pero aun así el asunto ya está puesto en la arena pública y es por esto que la clase obrera debe tomarlo como propio y no dejarlo caer en el manoseo de las elecciones.
Actualmente, la jornada legal en Argentina es de 8 hs diarias o 48 hs semanales, una de las más altas del mundo, frente a jornadas de 40 horas semanales como las de Canadá, Japón y Brasil, o 35 hs como la de Francia.
Según un informe de IPyPP, existen alrededor de 4,5 millones de trabajadrxs sobreocupadxs (trabajan más de allá del límite permitido a la semana), de los cuales cerca de 1 millón son trabajadorxs en negro [1]. Comparativamente hablando, sólo para ganar un 4% más de sueldo lxs trabajadrxs deben trabajar un 43% más de horas, recibiendo, a pesar de eso, un 27% menos promedio por hora que aquellos que solo trabajan la jornada límite.
En líneas generales, destinamos 1 hora y 45 minutos promedio para costearnos nuestro propio salario mientras que el resto de la jornada de 8 hs (6 horas 15 minutos) lo destinamos a generar ganancias para otrxs.
Se calcula que más de 600.000 puestos de trabajo se generarían sólo a partir del control sobre la jornada de trabajo actual de 8 hs.
A pesar de que la jornada está limitada a 8 hs diarias y 48 hs semanales (pudiendo ser de 45 hs si se trabajan 9hs al día) la ley establece distintos tipos de jornadas de acuerdo a la necesidad empresarial para poder excederse del límite diario y trabajar 12 hs, acumulando las 48 hs semanales en pocos días, el famoso “turno americano”, mediante el cual si en 3 semanas no se exceden las 200 hs trabajadas no corresponde pagar extras ni ningún tipo de recargo por excederse del límite diario. Este tipo de turnos se encuentran en franco avance, ya que muchxs trabajadorxs ven como positivo poder estar más días en la casa a diferencia del turno normal de menos horas por día toda la semana, pero en realidad siempre la diferencia es positiva para la patronal, porque reduce turnos y sobreexplota todos los días a lxs mismxs trabajadorxs disfrazándolo de beneficioso para su tiempo personal ya que tienen más días en su casa, pero teniendo que recuperar toda la sobreexplotación de los días anteriores. También en este tipo de turnos, no se hace diferenciaciones de días hábiles y fines de semana, todos los días son iguales, todos los días son buenos para que la empresa gane dinero.
Desde el punto de vista de los beneficios que tiene para la macroeconomía y la calidad de vida, la reducción de la jornada es una política positiva, pero donde manda capitán no manda marinero y eso las empresas lo tienen muy claro. Es por esto que, en líneas generales, las empresas están en contra, como lo expresó la UIA en su momento, con un paréntesis en la ENAC, quienes están de acuerdo si se aplica sólo en las empresas grandes, no en PyMEs, para así poder seguir ganando dinero a costillas de la precariedad laboral (mal encuadrados, salario parcialmente en negro, “obligación” de horas extras, llegando a 12 hs diarias en turnos de lunes a viernes) que es tan característica de ellas. Aunque no nos sorprenda, la burocracia sindical salió a plantear lo mismo que la UIA y algunos incluso ahondaron en ideas de reformas educativas que faciliten la obtención de mano de obra sin necesidad de invertir en capacitación. “Hay que trabajar más y generar más producción” dijo el secretario de UPCN. Palabras que no eran necesarias, ya que si queremos saber qué piensa la patronal, la buscamos a ella directamente y no a su mascota.
La discusión de fondo, más allá de los términos técnicos a favor o en contra, es en qué gastamos, utilizamos o perdemos el tiempo de vida mientras somos sometidos al capitalismo.
La jornada de 8 hs fue una reivindicación que atravesó toda la historia del movimiento obrero organizado a nivel global. Bajo la consigna 8 horas para trabajar, 8 horas para dormir y 8 horas para lo que queramos. No se buscaba conseguir mejores rendimientos para las patronales y mantener economías sin que lxs trabajadorxs colapsen, sino recuperar el tiempo de nuestra vida, arrebatado en la búsqueda de subsistencia dentro un sistema económico que todo lo convierte en capital a aprovechar, incluida la vida misma de las personas.
Pero la verdadera cuestión alrededor del tiempo es por qué destinamos tanto de nuestro día y de nuestra vida para que un pequeño grupo pueda disfrutar en cualquier momento y vivir una vida que a diario se nos es negada a la mayoría, por múltiples razones. En esto debe girar la discusión en cuanto a la reducción de nuestra jornada de trabajo. Es por eso que este tema no debe ser banalizado en años electorales, sino que debe ser una reivindicación sindical permanente. Tanto por las tecnologías, como por las ganancias maximizadas por las innovaciones tecnológicas, como por la simplísima y clásica cuenta de cuánto tarda un trabajador en pagarse su salario con el valor de venta de lo producido; por todo esto es que debemos trabajar menos y poder vivir más una vida que no se va a repetir.
La patronal dispone de nuestro tiempo como lo desee, cuando debería ser al revés. Si quienes trabajamos a diario somos quienes generamos la riqueza y la ganancia, entonces las patronales nos necesitan y no al revés. Debería ser la clase obrera organizada quien decida la distribución del tiempo y en base a eso poner sus condiciones.
Los peros de patrones y traidores ya los conocemos. Nos aventuramos a pensar en un motivo más, entre tantos, que se puede incluir también en la lista de por qué reducir la jornada: tendremos más tiempo para dedicar a cambiar nuestras condiciones de existencia para tener una vida que valga la pena ser vivida. Y ese es un motivo más para luchar por la reducción de la jornada.