Valga la paradoja. La palabra “patria” proviene de la voz femenina del adjetivo latino patruis – a – um (relativo al padre o patres que son los antepasados); amalgama entre las raíces, el territorio, el pasado, la identidad y el modo en que justificamos ese “lugar”. Hay quienes consideran defenderlo con la vida.
En éstos largos, larguísimos meses del gobierno de Milei libertarianos y peronistas traen a la arena política el vocablo con fines espúreos; a unos y otros poco le importan la construcción simbólica o identitaria de absolutamente nada que no signifique acumulación de poder.
Esa invocación a Massa no le sirvió de nada y la mención por Milei lo único que hace es generar un mayor estado de confusión que no ayuda a la clase trabajadora (si es que todavía existe como variable de análisis porque de influencia política no mueve la brújula en las acciones del gobierno).
La caída del salario real, los despidos masivos en organismos públicos, la mordaza a la prensa, las detenciones por un tuit, en el medio de un “sálvense quién pueda” dónde lxs trabajadores de a pie se debaten entre el pedido de paro general, el recorte del salario que significan las medidas de fuerza, una precarización sostenida a lo largo del tiempo y la dificultad cada vez mayor en “parar la olla”.
A quiénes hablan de patria poco les importan los derrames de petróleo, la entrega de bienes comunes a consorcios extranjeros, la persecución de activistas y trabajadores que ven un saqueo territorial, las fumigaciones descontroladas que enferman poblaciones enteras, el recorte en salud y educación, la desvalorización del salario y esa carrera cada vez más difícil para contar con lo mínimo: servicios públicos, medicamentos, transporte, etc.
Los pequeños destellos de organización y protesta continúan ardiendo como antorcha frente a un aplastamiento moral, anímico y cotidiano de la clase trabajadora.
En éste número de Organización Obrera se intenta colocar sobre la mesa aspectos conceptuales sobre lo que significa ser libertariano, el estado represivo que gana la calle, la potencia de la organización internacionalista frente a problemas comunes con el objetivo de repensar los modos de resistencia para futuros próximos.
La invitación entonces, es circular en los distintos textos para intentar recuperar la capacidad de escucha perdida y con la vista puesta en modos de organización que permitan sostener la solidaridad y el apoyo mutuo pero que a la vez asistan un futuros promisorios para la humanidad en su conjunto.