En el mes de septiembre sabemos que nuestro gremio no recibió aumentos salariales, sino más bien un incremento de reajuste salarial que venía congelado y nos deja a docentes de los niveles inicial y primaria de la educación en un sueldo básico de $700.000 y $713.000 que se va a $882.000 para aquellos que realizan la quinta hora en estos niveles, obviamente a esto se suman adicionales más la antigüedad de los maestros, pero nuestro salario para aquellos que recién empiezan en la educación es la primera vez que llegan tristemente al millón.
Lo que no deja de ser tristísimo para nuestro sector ya que la mayoría estamos sobreviviendo ante una economía de mercado dolarizada, con sueldos bajísimos. Nuestra última paritaria cerró en un 5% para ser otorgada en dos cuotas de 2,5 % en agosto y la última en el mes de octubre de este año.
Actualmente los docentes nos encontramos frente al descaro del SUTE y del FUDB que terminaron dando su aceptación a los requerimientos del gobierno nacional y provincial en temas de educación dándole la espalda a todos/as las docentes, acordando tener una próxima y última reunión por paritarias con el gobierno con fecha a confirmar y se está terminando el año.
Esto es un reflejo de lo poco que les importa las condiciones de los trabajadores de la educación y al mismo tiempo de las infancias y adolescencias que transitan la trayectoria escolar en el ámbito educativo público.
El panorama es penumbroso y el desaliento hace que mucha gente deje la docencia o se vaya y vuelva, porque es un gremio complejo en el cuál estar en el sistema no es sinónimo de estabilidad laboral, pero sí de garantía de aportes y obra social con limitada cobertura en tratamiento de enfermedades diversas.
Este mes electoral seguramente muchas compañeras/os irán a ejercer su derecho democrático obligatorio y tendrán en cuenta su mísero incremento salarial, pensarán en sus estudiantes afectados por la desigualdad económica y pensarán que necesitan hacer una diferencia en estás votaciones eligiendo entre lo malo, lo menos malo, algo que escapa de lo racional, porque lo malo no puede medirse en escala de valores, es malo y punto final.
Actualmente nuestras funciones están para salvarle las papas al estado frente a una economía de guerra realizando el conteo diario de los niños que asisten a las escuelas, de sus docentes y administrando establecimientos educativos casi sin presupuestos por parte del estado. Porque son las familias trabajadoras pobres que transitan las escuelas y los docentes que trabajan en ellas los que hacen el sacrificio por sostener las matrículas y los aportes de mantenimiento escolar.
—Hoy por hoy, a nuestro rol no se le da él valor que merece—, dicen algunos.
Más bien diría, que a nuestro rol se lo maltrata, se lo explota, porque estamos en una sociedad que no prioriza la educación.
Porque es más valioso enseñar educación financiera a los niños a edad temprana y el uso de aplicaciones en dispositivos, pero sí todos afirman querer otra sociedad o humanidad ¿Qué importancia tiene todo esto?
A mi entender no se puede construir una sociedad de iguales si no educamos a las personas para que vean a sus semejantes como a sí mismos frente a un espejo.
Ya que desde la infancia somos violentados, en la crianza, en las calles, en los trabajos.
Demasiado desgaste para querer respetar a los otros.
Mejor cortarse solo y buscar ventajas sociales que a uno lo eleven por encima de los demás.
Siempre es la misma competencia, siempre es la presa y el cazador.
Siempre pierde el más débil e ingenuo que no puede ver que el fuerte viene a aplastarle.
Y todo esto está relacionado a la falta de interés social por la educación para evolucionar social y neurológicamente, hacia otra posibilidad.
Esta es la raíz de nuestra precariedad y como educadores, estamos durmiendo en los laureles, esperando que los iluminados decidan hacer una carpa blanca, mientras seguimos trabajando para salvarle las papas al estado, en este desmadre económico, convencidos de un heroísmo que no es, mientras nos siguen jodiendo y dándonos migajas salariales por nuestras horas simples consideradas insalubres con las cuáles no llegamos a equiparar un salario acorde para sostener nuestras vidas y menos una familia.
Si este panorama continúa nos mantendrán con salarios de miserias, puestos de trabajo inestables de docentes nuevos que esperan que alguien deje su cargo titular o simplemente que se abra un cargo en la desorganización del sistema estatal.
Por otra parte es importante poder denunciar el sin verguencismo del ámbito privado de la educación avalado por el estado cobrando cuotas altísimas por cada niño inscripto, pero a sus docentes los tienen bajo las mismas condiciones salariales o peores que las de un docente del ámbito público sin pagarles ni un peso más en la mayoría de estas instituciones.
No se explica cómo estás reciben tanto capital por año, más subsidios del Estado y sin embargo a los maestros no les proveen ninguna mínima mejora en sus condiciones, más que administrarles los materiales didácticos en algunas instituciones y son la minoría.
Existe una gran estafa a los docentes y va siendo momento de despertarnos, dejar la religiosidad por nuestras funciones que están muy lejos de ser verdaderamente educativas y consideradas por el estado. No estamos haciendo más, que apoyarlo en su política asistencialista de las problemáticas de precariedad que esparce, bebiendonos litros de problemas sociales que debería el estado hacerse cargo y no nosotros.
Va siendo hora de reconocernos como trabajadores de la educación. Nuestro gremio es uno de los más grandes del país, no deberíamos ser nosotros los que trabajamos con miedo a empobrecernos.
S.M. – Docente ZN