Las y los educadores de la Región Argentina hemos estado asistiendo a las escuelas desde el mes de febrero para organizar nuestra labor antes del inicio del ciclo lectivo. Mientras tanto, se desarrollaba una mesa de negociación paritaria con los dirigentes de los gremios docentes unificados en el FUDB (Frente de Unidad Docente Bonaerense), donde el gobierno bonaerense ofreció un mísero 9% de aumento, dividido entre un 7% a partir de marzo y un 2 % que se cobrará con el sueldo de marzo en el mes de abril.
Si bien dentro de cada sindicato hubo sectores de las bases en oposición al acuerdo, la realidad fue que las dirigencias de los sindicatos docentes terminaron acordando una paritaria que de ningún modo recompone la pérdida del poder adquisitivo de las y los trabajadores de la educación. Después de dicha negociación, los gremios llaman a un paro para el 5 de marzo, día de inicio de clases en la provincia de Buenos Aires, porque en CABA comenzaron el 24 de febrero, para, en teoría, demostrar un amague de fuerza.
Es más que evidente la descarada traición a los trabajadores de la educación por parte de los dirigentes sindicales, que negocian algo que no sirve y después llaman a paro con el objetivo de demostrar descontento con un acuerdo que ellos solos aprobaron, para decir que si hace falta no habrá inicio de clases en la provincia. Pero llaman a un paro que, cuando ven que tiene adhesión en las escuelas y que realmente retrasaría el inicio de clases, anulan con la excusa de que no podemos afectar el inicio de las clases porque la educación es un derecho que no debe vulnerarse. Los niños de este país deben tener clases. Sin importar lo mal que estemos ganando los docentes, sin importar que no haya presupuesto educativo.
Los sindicatos tienen la capacidad para negociar, para luchar, lo que deja en evidencia que no están ejerciendo sus funciones en la representación del conjunto de los trabajadores de la educación, que este 5 de marzo quería y esperaba ese paro y una mejor oferta salarial.
Por eso compañeras y compañeros de la educación debemos seguir mostrando nuestro descontento y seguir viendo qué capacidades tenemos y cómo podemos formar una fuerza que sí represente ante la burocracia y el gobierno lo que necesitamos y queremos los docentes para y por nuestra labor educativa.
Porque acatar una medida de fuerza que puede o no sostenerse por voluntad de las dirigencias sindicales no nos está sirviendo.
El Estado no solo nos ofreció una paritaria a la baja, sino que además ha entregado a los distintos niveles educativos nuevas exigencias para ser aplicadas a partir del inicio de clases, lo cuál siempre nos convoca a juntarnos a ver lo que se espera de nosotros y de nuestra labor, a la cuál cada día se le exigen más responsabilidades, como labores de carácter asistencialista frente a la precariedad que presentan las familias y las infancias que asisten a la escuela pública.
Al parecer, está claro que somos las bases que no nos estamos haciendo escuchar frente a la burocracia sindical que se apropió completamente del sindicato, que es la única herramienta que disponemos los trabajadores para mejorar nuestras condiciones de trabajo y de vida. Lo que deberá hacernos trabajar en cómo construimos otra fuerza que ya no esté en manos de estos corruptibles.