Espacios precarios y la posibilidad de supervivencia en tiempos de distopías

“Importa qué ideas usamos para pensar otras ideas”
Donna Haraway [1], “Seguir con el problema” (2014)

En tiempos donde la escalada de conflictos bélicos, el saqueo de los bienes comunes, la flexibilización extrema del mercado de trabajo y la explicitación por parte del actual gobierno de la Argentina de medidas que atentan contra las libertades básicas (paradójicamente en nombre de la libertad) empuja a repensar no sólo las palabras con las cuales nombramos los sucesos y fenómenos sino también el modo en que nuestras existencias se ven envueltas en la circulación por espacio precarios. 

La posibilidad de habitar las ruinas capitalistas significa comprender, por un lado, el terrible daño que dicho sistema ocasiona a la vida en la tierra y por otro, la importancia de las relaciones entre especies [2].  No es posible lograr la supervivencia como especie destruyendo todo lo demás. 

Los medios de subsistencia precarios permiten no sólo pensar en el modo en que nos encontramos relacionados en un mundo global sino también en las estrategias de supervivencia que ponemos en juego. Consideremos, por ejemplo, el impacto del reciente documento enviado por el presidente Milei [3] donde se ve claramente el avance del modelo extractivo que no sólo impacta en la salud socioambiental sino también en las condiciones de la clase trabajadora, la educación y la salud, el modelo productivo, las políticas de cuidado, etc. [4]

“El sueño de la alienación inspira una modificación del paisaje en la que solo importa un activo aislado, mientras que todo lo demás se convierte en maleza o desperdicio […] Cuando ya no puede producirse su activo único, se puede abandonar el lugar: se ha cortado toda la madera; se ha agotado todo el petróleo; o el suelo ya no soporta nuevos cultivos. Entonces se reanuda la búsqueda de activos en otros lugares. Así, la simplificación que entraña la alienación genera ruinas espacios abandonados para la producción de activos” [5].  

Esta referencia toma el nombre de “zonas de sacrificio”: espacios donde nada puede crecer y menos multiplicarse. Las visitas por ejemplo de la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, son un claro ejemplo de la necesidad de ampliar los horizontes extractivos para seguir financiando la acumulación de propiedad en puñados de pocas personas, pero a la vez la importancia de los bienes comunes como recursos estratégicos [6]

La precariedad actual es un fenómeno que trasciende fronteras y muestra problemas comunes para la clase trabajadora en un mundo interconectado. El texto de Tsing propone analizar el concepto desde un ejemplo puntual: la recolección, distribución del matsutake [7].  Este hongo nace, en Oregon (EE. UU.) a partir de una diversidad contaminada: la plantación de pinus contorta para su explotación como madera, arrasando con la biodiversidad local (caso parecido a lo que sucede en Argentina con las plantaciones de pinos no nativos al sur del país, sólo que sin el hongo en cuestión). En el paisaje devastado aparece el matsutake como un activo económico que precisa mano de obra precaria para su recolección.  

Subsistencias precarias, carentes de todo tipo de seguridad que involucran relaciones interespecíficas en la era del Antropoceno [8]. Podemos pensar en el paralelismo de esta historia con proyectos extractivos como el litio en la Argentina donde la materia prima se extrae de forma violenta y se exporta sin procesamiento a los países destino [9]

Repensar ciertas ideas desde puntos de partida que nos identifiquen como clase significa, entre otras cuestiones, tensionar las vanas promesas del capitalismo (como el progreso o la transformación) y su resultado manifiesto: todo es considerado un recurso financiero (ejemplo capital es el ministerio de reciente creación “Capital Humano”). 

El desafío de los próximos meses será entonces cómo concebir una supervivencia colaborativa y allí los hongos nos dan un ejemplo perfecto en su rol biológicamente situado. En estos territorios donde aún persisten modos de producción preindustriales será entonces cuestión de detenernos a mirar a nuestro alrededor en vez de continuar sólo observando hacia adelante.

[1] Haraway es profesora emérita de los departamentos de historia de la conciencia y de estudios feministas de la University of California, Santa Cruz (UCSC). A lo largo de su dilatada trayectoria académica ha escrito textos de referencia en ámbitos tan diversos como el feminismo, la tecnociencia, la ciencia ficción, la primatología o los estudios poscoloniales. Desde todos estos puntos de vista ha cuestionado los valores del humanismo dominante en la cultura occidental y ha estudiado las relaciones entre humanos y no humanos, desde los cíborgs hasta los animales de compañía. En su libro “Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno” propone replantear las relaciones de los humanos con la Tierra y todas las otras especies que habitan en ella. Disponible en:  https://www.cccb.org/es/participantes/ficha/donna-haraway/228145
[2] El presente texto toma como referencia la obra de A. Lowenhaupt Tsing “Los hongos del fin del mundo. Sobre la posibilidad de vida en las ruinas capitalistas” (2023). Editado por Caja Negra, Buenos Aires: Argentina.
[3] Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos. 27 de diciembre de 2023.
[4] A propósito del impacto en las condiciones de lxs trabajadorxs, se recomienda la lectura del artículo “Las principales reformas laborales del mega DNU de Milei” del presente número de Organización Obrera.
[5] Op.cit.2. Páginas 27 – 28.
[7] El thicholoma matsutake es un hongo que crece en paisajes devastados y es apreciado como un bien culinario en Japón. Su comercialización es un claro ejemplo de las asimetrías entre su recolección (por parte de migrantes indocumentados) y la comercialización a valores altísimos en el país de destino (cada unidad de matsutake vale 20 EUR al momento de redacción del presente artículo).
[8] El término involucra significados diversos: era en la que la perturbación humana supera a las otras fuerzas biológicas (los humanos como responsables de un desastre a escala planetaria). Hay autores que plantean que su cronología se vincula al advenimiento del capitalismo moderno, donde, mediante ciertas técnicas se concibe a humanos y otras existencias como meros recursos.
[9] Para ampliar información se recomienda la lectura del artículo “La fantasía colonial de la minería de litio”. Disponible en: https://agenciatierraviva.com.ar/la-fantasia-colonial-de-la-mineria-de-litio/
Ursula
Categoría: Análisis
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