Los resultados de las PASO permiten realizar algunas reflexiones sobre el actual proceso de deterioro de las condiciones de vida y de trabajo, y de las perspectivas futuras ante un casi seguro cambio de gobierno.
En primer lugar, podemos afirmar que la aplicación irrestricta de las políticas de ajuste del FMI, no sólo han servido para hambrear al pueblo, sino que ha llevado al actual gobierno peronista al suicidio político, sin la posibilidad de tomar alguna medida de consideración para aliviar la situación económica y social de la población, y lograr así un mejor resultado electoral. La sumisión total del actual gobierno peronista a las condiciones impuestas por el FMI, lo está guiando a entregar en bandeja el gobierno a los sectores más reaccionarios de la burguesía como parte del paquete ajustador. Y en esa dirección se dirigen todos los segmentos políticos en disputa, con un resultado en las PASO de tercios, conformado por los ultraderechistas Milei y Bullrich en la oposición, y en el oficialismo por el derechista edulcorado Massa, un pichón de Alsogaray y hombre del FMI.
Mucho se habla del fenómeno Milei, en especial, luego de los resultados de las PASO, que lo estaría colocando con altas chances de acceder al gobierno nacional. Lo cierto es que, luego de tantos años de una aparente grieta entre dos frentes políticos en disputa, las condiciones sociales se fueron deteriorando estrepitosamente, sin importar cuál de los dos sectores estén en el poder. La población cada vez más fue perdiendo el sentido de pertenencia a cada uno de estos espacios que, en los hechos, pocas diferencias pueden apreciarse entre ambos en lo que respecta a solucionar los problemas reales de una sociedad cada vez más empobrecida y desesperada. La necesidad de una opción política por fuera de los espacios tradicionales, fue aprovechada por una nueva figura política de la derecha, que entró por colectora para tratar de conseguir el apoyo político necesario con vistas a aplicar medidas radicales de ajuste. En un coctel mezclado de hartazgo, desilusión y falta de alternativas, la gente se está tirando a la pileta sin mirar si hay agua, y de ahí, el fenómeno Milei. Un fenómeno del cual colaboró el actual gobierno inflándolo para quitarle votos a sus tradicionales rivales y que ahora parece que se les está yendo de las manos.
Es sabido que el ascenso al gobierno de sectores ultraderechistas y con posibilidades de llevar a la práctica medidas profundas de ajuste, no se produce como una reacción de la burguesía ante un ascenso del movimiento obrero organizado, sino todo lo contrario. Esta situación se produce cuando hay un debilitamiento de la organización obrera y la burguesía se siente por ello con el poder suficiente para quitar concesiones. Nuevamente, en ese debilitamiento del movimiento obrero han colaborado todos los sectores políticos, empezando por el actual gobierno peronista que apostó todos estos años a la desmovilización gremial para poder aplicar las medidas de ajuste del FMI. A estos fines, el gobierno buscó el respaldo de la burocracia sindical traidora, mera expectante de cómo cada vez más se deterioran las condiciones de trabajo y los ingresos de trabajadores y trabajadoras. Burocracia sindical cómplice cuyo único rol en este contexto fue apoyar la candidatura de un hombre del FMI como es Massa, desistiendo de presentar candidatos propios a diputados para no impedir la próxima reforma laboral para cuando la oposición logre imponerse en las urnas.
En lo que respecta a la reforma laboral para el caso en que Milei obtenga la presidencia, nada nuevo bajo el sol que no haya sido antes planteado por los sectores ligados al empresariado. En lo que respecta a la estructura del aparato de Estado, Milei ha planteado que eliminará el Ministerio de Trabajo junto con varios otros ministerios, algo parecido a lo que hizo Macri al fusionarlo con el Ministerio de Producción, con la diferencia en este caso que trabajo pasaría a ser una secretaría dentro del llamado “Ministerio del Capital Humano”, que englobaría también educación, salud y desarrollo social. Un basurero de humanos a donde irían a parar todo amontonado los problemas de esos que llaman “pobres”.
Más precisiones se ha conocido estos días sobre las reformas legislativas que impulsaría Milei de llegar al gobierno, luego de la reunión que tuvo su asesor en ésta área con representantes del empresariado, estamos hablando de Miguel Ángel Punte, ex número dos de Triaca en el gobierno de Macri. Las reformas laborales pasarían primero por la eliminación de las indemnizaciones por despido, siendo reemplazadas por un Fondo de Cese Laboral similar a lo que existe en la industria de la construcción. De esta forma, el empleador, con el aporte mensual a una suerte de seguro por despidos, le resultará más fácil despedir sin tener que pagar una indemnización. Esta reforma estaba presente en el proyecto de reforma laboral presentado por Macri en el año 2017.
El segundo aspecto a reformar, se relacionan con la legislación sobre las relaciones colectivas de trabajo. En ese sentido, se pretende modificar el esquema de la negociación colectiva, teniendo prioridad los convenios por empresa por sobre los de actividad. De esta manera, un ámbito de negociación más reducido y, por ende, más débil sindicalmente, se impondría a uno mayor, logrando que imperen los convenios de empresa por sobre los de actividad.
Lo otro a reformar en materia de derecho sindical, sería la eliminación de la ultraactividad de los convenios colectivos trabajo. La ultraactividad permite que un convenio colectivo mantenga su vigencia en tanto no sea reemplazado por otro. De esta manera, si las condiciones no son propicias en materia de fuerza sindical para negociar un nuevo convenio con mejores condiciones, el anteriormente negociado mantiene su vigencia. La eliminación de la ultraactividad, obligaría a salir constantemente a negociar un nuevo convenio colectivo para pactar las condiciones de trabajo de cada sector, en un contexto de retroceso en materia de poder de negociación para los laburantes y de sindicatos controlados por burocracias sindicales traidoras.
Esta reforma laboral, que ha sido calificada como una “uberización del trabajo”, se encuentra alentada por un contexto de precarización laboral y falta de presencia sindical, que no permite visualizar las bondades de un movimiento obrero organizado que imponga a la patronal, límites a su poder de fijar las condiciones de trabajo. Cada vez más los laburantes se sienten fuera de la clase que vive de su trabajo y comparten valores más próximos a quienes viven del trabajo ajeno, esperando el milagro de poder alcanzar individualmente lo que pocos consiguen, en un mundo excluyente controlado cada vez más por un puñado de poderosos.